jueves, 27 de octubre de 2011

Exilio I



El mundo cambia, pero nunca en lo esencial. Si alguna vez saliste de un sitio entiéndelo así: huiste. El error está no en salir, ni en huir. El error está en pensar que el tiempo y la distancia pueden hacer desaparecer el motivo principal, el motivo original, que te hizo tomar la decisión de marcharte. Y es que, si alguna vez te fuiste, lo único que es cuestión de tiempo es que vuelvas a encontrar ese motivo si, por alguna desgracia del destino, se te ocurre regresar. Y, créeme, lo recordarás en poco tiempo. Muy poco. Y es que el mundo cambia, quizá un poco, pero nosotros no. Somos la mierda cantante y danzante del mundo, que diría Tyler Durden. Por eso hoy, quizá menos que cualquier otro día, no tengo ganas de volver.




miércoles, 11 de mayo de 2011

Adiós, mi amor.



Una puerta se cierra.

Fueron muchas horas. Muchas contigo, muchas allí. Sobre todo allí. Porque nunca fuimos mucho de salir por ahí, verdad? Fuimos más bien modestos, jeje. Pero cuando salimos... qué gozada, te acuerdas? Juntos fuimos capaces de atrapar la atención
del mundo entero, de sentirnos reyes. Y es que, en cierto modo, nadie jamás ha logrado hacerme sentir como lo has hecho tú, de hacerme sentir lo que tú me has hecho sentir tantas veces.







Muchas horas contigo, sí. Con calor, con frío. Sudé mucho a tu lado. También lloré. Interminables horas del tic del metrónomo que se volvía loco y me volvía a mí. Me frustraste, te pegué. Me hiciste feliz. Y, créeme, eso no es fácil. Lo pasábamos bien, mejor que bien, con más ganas que destreza, con más ilusión que técnica, pero yo era feliz. Me realicé contigo. Jamás he sido tanto yo mismo como cuando he estado contigo.







Y es por eso que me despido de ti. Porque allá donde voy no puedo llevarte. Te quedas aquí. Atrás. Te dejo amontonada, guardada para que nadie pueda hacerte mal. Te dejo cuidada, con la promesa quizá no de regresar, pero sí de no olvidarte jamás, ni olvidar aquellos momentos, algunos entre los que considero más importantes de mi vida, que me diste tú.









Dejo nuestro local, el que fue más tuyo y mío que de nadie más, vacío. Pero sé que, hasta que se acabe el tiempo, seguirán sonando tus armónicos, esos que tanto me gustaban, y los ecos de nuestra música, la que hicimos solos, la que algún día acompañamos, la que me dio la felicidad.

Gracias. Gracias, gracias, gracias.

jueves, 14 de abril de 2011

Si pudiera, te diría...

http://www.youtube.com/watch?v=S6NZ1PBM6b4&feature=fvwrel

Hola, mi amor:

Ojalá pudiera decirte todas las cosas que pienso, las cosas que siento. Porque, si pudiera, te diría tantas cosas; sabrías tantas cosas que no sabes...

Te diría que no me considero una persona desgraciada, pero que estoy profundamente triste; y llevo tanto tiempo así que ya no sé si lo estoy, o es que lo soy. Te diría que nada me gustaría más que poder retroceder en el tiempo y borrar el día en que nací. Que me siento un niño indefenso al que le aterra esta oscuridad que llaman mundo; un mundo que yo no consigo entender y por el que camino moviéndome de error en error, el siguiente más grave que el anterior. Te diría que, en mi mente, jamás dejo de llorar, ni de día, ni de noche. Te diría que te quiero tanto que me encantaría volver atrás en el tiempo y no besarte jamás, para seguir haciéndote feliz con una palabra, un abrazo o una simple mirada. Volver a ese momento en el que solo sacaba lo mejor de ti, cuando éramos amigos, cuando nos queríamos de verdad, sin dañarnos; cuando solo te hacía feliz, y nunca triste. Te diría que, si existe algo en mi vida que me gusta, si hay algo que yo no borraría, eso eres tú. Te diría que llevo clavadas en el corazón todas y cada una de las lágrimas que has derramado estando a mi lado. Te diría que no quiero hacer nada de lo que tenemos planeado, ni pisar ninguno de los lugares con los que soñamos, para no ensuciar tu vida ni llenarte de recuerdos que tengas que borrar; para que algún día puedas hacer esos sueños realidad por primera vez con alguien con quien no te duela mirar atrás. Te diría que me enfado y luego, cuando recapacito, me doy cuenta de que sueño con el momento en el que me olvides, me cambies por alguien con quien tener los días que tú te mereces. Te diría que hay pocas cosas que desee tanto como desaparecer de tu vida sabiendo, como sé, que el menor de los males que puedo causarte es alejarte de mí.

Si pudiera, te diría tantas cosas... que no entenderías que, en realidad, lo que quiero que sepas, ahora y siempre, es que te quiero con todo mi corazón. Aunque no sepa hacerlo mejor.

lunes, 4 de abril de 2011

La soledad no quita el frío.



Hay un dibujo huérfano de madre que pende de mi pared. Aún no me he atrevido a quitarlo. No como algunas otras cosas, que ya no están, que se mueren de amor en el fondo del armario. Sé que está triste. Se lo noto en la tinta; porque este dibujo... está pintado. "Pero si tú no sabes llorar", le digo, y me responde que eso es porque aún no se ha puesto el Sol; me dice que, entonces, seré yo el que le enseñe a hacerlo y que, en ese mismo entonces, ni él podrá consolarme.

Y es que hay una reina que ha perdido a su rey; un rey que guardó la primera lágrima que se desprendió de su corona junto con entradas de cine que esconden secretos que podrían llevarlos a la cárcel, servilletas que hablan de amor y corazones verdes que prometen imposibles.

Te echas en la cama y tiras de la soledad un poco más, para cubrirte entero. Pero ocurre que, al tirar, se te quedan los pies fuera y el frío se te cuela por debajo. Y entonces aprendes que, hagas lo que hagas, la soledad no puede quitarte el frío.

jueves, 31 de marzo de 2011

Palabra de Tyler



Para escuchar mientras lees: Pixies - Where is my mind

En el mundo que imagino se cazarán alces en los bosques húmedos de los cañones que rodearán las ruinas del "Rockefeller Center". Se llevarán ropas de cuero que durarán toda la vida. Se trepará por lianas tan gruesas como mi muñeca que envolverán la torre "Sears". Y cuando se mire hacia abajo, se verán pequeñas figuras humanas machacando maíz y secando tiras de carne de venado en el asfalto de alguna gigantesca autopista abandonada.

Todos sabemos que se suele dañar mas a la persona que quieres, pero también puede ser al revés.

Esta es tu vida y se acaba a cada minuto.

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.

Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar.

Si el tiempo vivido es largo, el índice de supervivencia para todos se reduce a cero.

Lo que posees acabará poseyéndote.

Cuando la gente cree que te estás muriendo es cuando en verdad te escuchan, en lugar de estar esperando su turno para hablar.

Somos una generación de hombres criados por mujeres, me pregunto si realmente otra mujer será la respuesta que necesitamos.

Tienes que saber, no temer, saber que algún día vas a morir, y hasta que no entiendas eso, eres inútil.

No eres un bonito y único copo de nieve, eres la misma materia orgánica en descomposición que todo lo demás, todos somos parte del mismo montón de estiércol.

¿Qué es peor, el infierno o la nada? Quema los museos, límpiate el culo con la Mona Lisa, para que al menos Dios aprenda tu nombre.

Quería destrozar algo hermoso.

Somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, y si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios? Tienes que tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios, él nunca quiso tenerte. Con toda probabilidad Él te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte. ¡¡No lo necesitamos!! Que se jodan la maldición y la redención, somos hijos no deseados de Dios, así sea.

Corrí... corrí hasta que mis músculos ardían y mis venas bombeaban ácido de batería, y luego...
seguí corriendo.

No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones, sois la mierda cantante y danzante del mundo.

El tocar fondo no es un retiro de un fin de semana, no es un maldito seminario. Deja de intentar controlarlo todo y suéltate de una vez. Suéltate.

El condón es el zapatito de cristal de nuestra generación. Reservas uno cuando conoces a un extraño, bailas toda la noche... y luego lo tiras.

Me has conocido en un momento extraño de mi vida.

Enhorabuena, estás a un paso de tocar fondo.

Si estás leyendo esto, el aviso va dirigido a ti. Cada palabra que leas de esta letra pequeña inútil, es un segundo menos de vida para ti. ¿No tienes otras cosas que hacer? ¿Tu vida está tan vacía que no se te ocurre otra forma de pasar estos momentos? ¿o te impresiona tanto la autoridad que concedes crédito y respeto a todos los que dicen ostentarla? ¿lees todo lo que te dicen que leas? ¿Piensas todo lo que te dicen que pienses? ¿Compras todo lo que te dicen que necesitas? Sal de tu casa, busca a alguien del sexo opuesto. Basta ya de tantas compras y masturbaciones. Deja tu trabajo. Empieza a luchar. Demuestra que estás vivo. Si no reivindicas tu humanidad te convertirás en una estadística. Estás avisado.

El pequeño rasguño en el cielo de la boca que cicatrizaría si pudieras dejar de irritarlo con la lengua, pero no puedes.

Un instante es lo máximo que se puede esperar de la perfección.

Todo lo que alguna vez amaste te rechazará o morirá.

No quiero morir sin tener cicatrices.


lunes, 28 de marzo de 2011

Uno... dos...

Para escuchar leyendo:

Volar

Es una sensación extraña, volar. Como un cosquilleo en la barriga. Parecido a cuando eructas sin abrir la boca después de un gran trago de una de esas bebidas con gas y la nariz se te llena de erizos de mar. Igual, pero en la barriga.

Abro la ventana. Uno... agarro con fuerza los marcos con las manos. Dos... mi cuerpo se balancea hacia delante y hacia atrás. Tres... un par de pasos rápidos, un impulso de las manos. Siempre los ojos cerrados. Pero al abrirlos, ahí estoy, el viento en la cara, los brazos abiertos en cruz. Al principio me daba miedo y pegaba los brazos al cuerpo, pero ahora disfruto del viento. Ahora muevo las manos como las alas de un colibrí atrapado en un tiempo en el que los segundos duran años, para sentir las nubes rozar la punta de los dedos.

Me gusta volar en esas noches en que la luna es una suerte de arañazo en la cortina de brillantes del cielo. Esas noches en que parece que, allá a lo lejos, alguien haya olvidado cerrar la puerta que da al mundo de los sueños y parezca fácil llegar hasta allí y cruzar. Pero nunca llego, está demasiado lejos, así que le mando un beso con la mano y pienso que la próxima vez tendré más suerte. Cuando hay luna llena me gusta acercarme y acariciarla con las pestañas, le hago cosquillas y nos reímos un rato.

A veces me siento en el tejado más alto que encuentre a comerme las nubes que se me quedan entre los dedos, están tan ricas... Saben como a Sol y a sueños. Es raro, también, cómo saben las nubes.

sábado, 26 de marzo de 2011

Nick Vujicic

En total, 22 minutos, 7 segundos. Quizá no os toméis tiempo, porque pensáis "joder, es que no tengo tiempo". Pero si nunca os tomáis tiempo, entonces... ¿cuándo lo tendréis?

Gracias, Nick Vujicic. Gracias.








sábado, 19 de marzo de 2011

¿Por qué te gustan las nubes?

Para escuchar leyendo:

http://www.youtube.com/watch?v=EtSAIhP1-5s

El sol nos daba de lado y la carretera se extendía sin fin ante mis ojos. Tú, acurrucada en el asiento al lado del mío, con la cabeza apoyada en un cojín y las manos juntas bajo tu mejilla. Estabas lo suficientemente girada que no sabría decir si dormías o contemplabas el paisaje que pasaba sin prisa a nuestro lado, meciéndose, saludándonos como un niño al tren que pasa.

Bajo tu blusa de algodón blanco, tu hombro dibujaba una curva perfecta y tu piel refulgía con ese brillo suave de las fotos antiguas y los sueños. En mi cara se dibujaba esa mueca propia de la felicidad establecida en el alma, una suerte de sonrisa más propia de quien, acostado bocarriba en su cama después de hacer el amor, mira al techo viendo el cielo. "Te quiero" pensé. Y, con miedo a despertarte por el roce de mi mirada, volví la vista a la carretera, echando un último vistazo a tu figura, recortada con la luz, un par de mechones sueltos detrás de tu oreja danzando lentamente en el aire que se me antojaron de oro puro al sol.

-¿Por qué te gustan las nubes? - Me preguntas sin dejar de mirar el mundo por la ventanilla, pero con los ojos puestos en el espejo retrovisor. Mi sonrisa se vuelve más evidente ahora y frunzo un poco más el ceño, en un juego de sospechas.

-¿Y a ti quién te ha dicho eso? - Pregunto divertido, con un tono detectivesco.

-Veo cómo las miras... - me dices con un punto misteriosamente celoso en la voz y yo no sabría decir quién jugaba ahora con quién a los detectives.

-¿Ah, sí? Y ¿cómo las miro?

- Las miras como me miras a mí... - Te incorporas y, por un momento, te miro y nuestras miradas se enredan en un beso. Mi sonrisa ahora es toda una declaración y miro a la carretera, sin nada que ocultar.

Tu mano se posa en mi nuca un instante y tu dedos exploran mi pelo, buscando un lugar en el que encajar. Te remueves en el asiento y acercas tu cara a la mía. La punta de tu nariz acaricia mi cuello y, durante el mejor momento de mi vida, hueles mi piel varias veces, en un intento de conservar ese momento con todos los sentidos. Tus labios se aprietan contra mi cuello en un beso tierno y tan verdadero como la vida y la muerte. Me acaricias la mejilla con el dorso de los dedos y vuelves al paisaje. Te miro y veo tu figura recortada al sol, y el mundo que pasa a nuestro lado, y no hace falta que te diga nada más.

martes, 15 de marzo de 2011

Demasiado tarde



Primero se llevaron a los negros
pero a mí no me importó;
porque yo no lo era.
Enseguida se llevaron a los judíos
pero a mí no me importó;
porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los curas pero,
como yo no soy religioso,
tampoco me importó.
Luego apresaron a los comunistas pero,
como yo no soy comunista,
tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí...
pero ya es tarde.


martes, 1 de marzo de 2011

Qué hago aquí


http://www.youtube.com/watch?v=df-eLzao63I

La copa en la mano empezó a pesarme. Miré a mi alrededor. Llevaba un rato solo. Cynthia caminaba entre los presentes y se besaba aquí y allá. "Feliz cumpleaños", decían. "Qué estoy haciendo aquí", me dije. Miré a un lado y vi mi reflejo en una vitrina de manera que mi cara se partía entre dos hojas de cristal, creando el rostro de alguien irreconocible, alguien que no era yo. Aquella gente apestaba, y a mí me costaba respirar su hedor. Notaba como si enfermara más a cada segundo que pasaba en aquel lugar. Cómo podía haber estado tan ciego. La miré, una niña tonta que nada tenía de todo cuanto había querido ver en ella. De repente, una voz me sobresaltó:

- ¿Qué haces aquí, chaval?

- Eso quisiera saber yo, señor -apuré el champán que quedaba en la copa y le pregunté al camarero que pasaba por allí si me podía traer una cerveza.

- Entiendo. Llevo un rato observándote y... este no es tu sitio, ¿verdad?

Podría habérmelo tomado como una declaración de arrogancia por parte de otro snob menospreciándome, pero lo cierto es que sonaba a todo lo contrario. Aquel hombre sonaba sincero. Y tuve curiosidad.

- ¿A qué se refiere, señor?

- Un chico de barrio. Una niña mona. ¿No sientes asco por todo esto?

- Bueno... - aquello me había pillado completamente a contrapié. No supe qué decir.

- Yo de ti me iría. Me iría antes de que fuera demasiado tarde -y entendí que aquel hombre no hablaba de mí, sino de él mismo. - Caes en la trampa de su flatulenta arrogancia, acabas hablando como ellos - alzó la copa y sonrió falsamente a alguna mujer, quizá la suya, mientras yo lo miraba atónito, viendo en él a un yo posterior -dando el mismo asco que ellos. Niñas ricas, maleducadas. Déjame adivinar, el traje ni siquiera es tuyo.

- Pues... lo cierto es que no, señor. Yo no tenía ninguno tan...

- Caro - apuntó él -, ¿me equivoco?

- En absoluto.

- Es lo único que importa, el dinero. Vete de aquí, chico - parecía cansado -. Disfruta tu vida sin tener que llevar una máscara durante el resto de tus malditos días. Hazlo por mí, por lo que yo no tuve el valor de hacer.

Cogí la cerveza que pasaba por allí y, justo antes de empezar a caminar, me dirigí a él.

- ¿Quién es usted?

- Alguien que era igual que tú, aún recuerdo ese brillo en mis ojos. Alguien que intenta ayudarte.

Bajé las escaleras y salí por la puerta. Sabía que quizá pasarían horas antes de que Cynthia se hubiera dado cuenta de que no estaba y acerté a girarme para verla una última vez. Estaba junto al hombre con el que yo había estado hacía un momento y le gritaba "gracias papá". El hombre la abrazó y, mirándome por encima del hombro de su hija, me guiñó el ojo, salvándome la vida. Se me escapó media sonrisa, me atusé el pelo y salí de aquel lugar podrido.

Nunca el aire me supo tan bien en los pulmones.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Femme Fatale

http://www.youtube.com/watch?v=Edwsf-8F3sI

Iba a dejar un par de platos más en la mesa y, de repente, lo noté: algo fallaba. Entre todo el alboroto de manos, personas que golpean la mesa riéndose efusivamente de un chiste y la batalla entre los cubiertos y la comida, reducida al golpeteo intermitente del metal contra la vajilla, había una persona, una chica, inmóvil entre todos ellos. Parecía ajena al lugar y a la situación, una nube blanca en medio del cielo azul. Mientras dejaba los platos suavemente, casi haciendo malabares, entre las cabezas distraídas, tuve tiempo de contemplar sus hombros con el rabillo del ojo. Alcé la vista y ahí estaba, con la mirada clavada en mí, atenta a cualquier movimiento, como un depredador que calcula la situación antes de abalanzarse, implacable, sobre su presa; con la soberbia de quien se sabe vencedor antes de iniciar siquiera el combate. Tenía esa mirada de femme fatale que tienen algunas mujeres desde el mismo momento en que nacen; una mirada que te hace sentir náufrago hasta en el puerto más firme, un canto de sirenas salido de sus ojos, embaucador y mágico, que haría perderse en la locura hasta al mejor hombre. Podía sentir dentro de mí que aquellos ojos veían mi pasado y mi presente y podrían dictar mi futuro, y que, sin embargo, me aseguraban que nada importaba más que aquel preciso instante. No la había visto bajar, ni sentarse. Ese día fue mi jefe quien asignó las mesas a los camareros.

Yo trabajaba en uno de esos salones donde se celebran comuniones, bautizos, comidas y cenas de empresa y ese tipo de eventos. Al llegar los comensales, los camareros nos apostamos a unos metros de las escaleras de bajada con las manos a la espalda, estoicos, con la camisa negra impoluta, dispuestos a ofrecer un servicio “con sonrisa y con agrado”, como diría mi jefe. Es en ese momento cuando hacemos un repaso del personal para que los camareros solteros elijan las mesas donde se sientan las jovencitas guapas con el fin de, bueno, realizar el mejor servicio posible y quizás gastarles la típica broma de “invitarlas” a alguna copa en la barra libre.

Así que allí estaba yo: completamente paralizado, preso de unos ojos del color del alba. Su pelo castaño enrojecía hacia la raíz y la nariz y los pómulos salpicados por un centenar de pecas que contrastaban contra su pálida piel. No podría decirse que sonreía pero ahí estaba, esa tensión en los labios y en los párpados, ese semblante pícaro y divertido, arrogante y avasallador, la certeza absoluta de que estaría perdido para siempre con solo un chasquido de sus dedos de porcelana. Me di la vuelta y traté de ocultar mi inquietud pero sentía sus ojos abrasándome la nuca cuando entré por la puerta abatible que daba a la cocina.

Jugueteó con el plato pero apenas probó bocado en toda la tarde. Yo salía una y otra vez por la puerta que daba al salón y, en cuanto había recorrido 2 metros, ella volvía la vista de donde la tuviera para fijarla en mí, como si me sintiera cerca, como si me oliera. Me seguía con la mirada casi sin pestañear y marcaba mi camino hasta que me alejaba de su mesa y volvía a desaparecer tras la puerta. Sus ojos intentaban atraparme y yo me esforzaba por no caer en su trampa. Cuando empezó a sonar la música, la gente se levantó de las sillas y se fue colocando en torno a la barra. Aquel día mi jefe me hizo quedarme en la barra, junto con otro compañero, a servir el primer golpe de copas y después saldría a recoger las mesas. De repente la vi, lejos, entre la multitud, me buscaba con la mirada entre mis compañeros que recogían, pero yo no estaba allí. Por primera vez, la miré sin que me estuviera mirando ella a mí y la contemplé. Sus movimientos dulces. Su gracioso vestido. Volvió la vista hacia el único sitio que le quedaba, me encontró la mirada y, por un momento, supo lo que yo estaba pensando, así que me dedicó una media sonrisa que decía: touché. Siguió por allí, distraída, dedicándome una mirada fugaz cada pocos minutos, quizá para controlar mi posición, quizá para que yo supiera que ella también me miraba. Se acercó a la barra y se abrió paso entre la gente sin apenas tocarlos.

- Hola ¿Qué quieres? – pregunté, formal y profesional.

- Agua – dijo – por favor –. Y me extendió el vaso que llevaba en la mano. Dijo gracias cuando lo tuvo lleno y se dio la vuelta graciosamente para volver a marcharse.

Al cabo de un rato, cuando la gente se había tomado una o dos copas y ya no estaban tan sedientos, salí de la barra a ayudar a mis compañeros a recoger las mesas. La vi bailar mientras me miraba. Sin duda quería hacerme sufrir deliberadamente. Aunque inconscientemente, pues es evidente que ella no sabía lo que estaba haciendo, el proceso para el que había sido perfectamente diseñada.

Estaba recogiendo una mesa cuando un dedo me tocó el brazo. Me giré. Sonreí.

- Hola – dije.

- ¿Me das más agua? – dijo, extendiendo el vaso hacia mí.

- ¿Cómo te llamas?

- Laura – dijo tranquila, esperando la pregunta. Seguía teniendo la misma mirada, la misma mueca de hacía horas. Creo que la reservaba para mí.

- ¿Cuántos años tienes, Laura?

En ese momento, sacó una de sus manos, entrelazadas a su espalda desde que había llamado mi atención con el dedo, y la extendió delante de mi cara. Dejó de sostenerme la mirada para echar un rápido vistazo, orgullosa, a sus cinco deditos bien abiertos.

- Muy bien, Laura. Pues tienes que ir allí a la barra, donde está el otro chico, y él te dará el agua, ¿vale?

Asintió con la cabeza y me dedicó otra media sonrisa con la misma mirada fija en mis ojos. Se dio la vuelta lentamente y volvió a desaparecer. Esa fue la última vez que la vi ese día. Y siempre. Y creedme si os digo que, de no ser porque tenía 5 añitos y no levantaba 2 palmos y medio del suelo, os juro que esa niña estaba intentando romperme el corazón.

martes, 25 de enero de 2011

Amargo

Para escuchar: Ludovico Einaudi - Reverie

Igual que ir con un ramo de flores, habiendo reunido al fin el valor suficiente para decirle lo que sientes por ella, y encontrarla besando a otra persona.

Igual que una nota huérfana en el recibidor diciendo que eres el ídolo de alguien por algo que resulta que no has logrado hacer.

Igual que hablar con mamá por teléfono y que ella te diga "está bien, no pasa nada cariño, tú has hecho todo lo que has podido así que la próxima vez habrá más suerte"; y saber en tu interior que ni siquiera lo has intentado.

Igual que repetir el peor error de tu vida y encontrarte sentado en la cama con la cara entre las manos, sumido en un llanto silencioso, sin poder creerte que lo hayas vuelto a hacer.


Igual que romper una promesa sin darte cuenta y no caer en la cuenta hasta que es demasiado tarde.

Igual que hacer un regalo a alguien con toda la ilusión del mundo y ver en su cara la mueca mal fingida que demuestra que no le ha gustado.

Igual que mentir descaradamente a una persona mirándole a los ojos mientras en el pecho se te pudre el corazón por el crimen imperdonable.

Igual que disfrutar de las almendras y, al decidir comerte la última, encontrarte con el sabor amargo de la podrida.

Igual que llegar al colegio con un chándal nuevo, resbalar y mancharte todo, mientras todos se ríen de ti y tú pasas el día queriendo que te trague la tierra.

Igual que cuando papá te dijo que habías hecho un dibujo horrible y que sería mejor que lo repitieras cuando tú solo esperabas una palmadita y un "no está tan mal, qué tal si intentas...?"

Igual que cuando tropezaste en aquella carrera, en los últimos malditos diez metros, y quedaste en séptimo lugar, con la cara sangrante de lágirmas y la rodilla llorando sangre.

Igual que querer volar y no tener alas. Igual que tener alas y no saber volar.

Ése es el sabor de la decepción. Y yo no sé qué es peor, si que te decepcionen o decepcionar tú. Hoy me siento decepcionante. Y os pido perdón a todos.

Os invito a que pongáis vuestros propios ejemplos y me ayudéis a completar esta entrada.

Carta Nº9


No debí soltarte. Lo sé. Debí seguir conduciendo tan lejos como pudiéramos llegar con el dinero que llevábamos encima y, en ese punto, bajar del coche y seguir corriendo, aún de la mano. Pero no lo hice, una vez más. Porque aquello era lo que tú querías, pero lo que yo necesitaba. La diferencia es que hubiera sido la peor decisión de tu vida y, muy probablemente, la que hubiera salvado la mía.

Javier

Hoy no tengo ganas de cambiar el mundo. Y es que he soñado tantas cosas, y con tantas personas, que sería demasiado ingenuo pensar que esforzarse y cambiar las cosas, tratar de hacer un mundo mejor o siquiera levantarse, merece la pena.

domingo, 23 de enero de 2011

HA CAMBIADO EL HORÓSCOPO


Bueno, si estáis al tanto de las noticias, sabréis que ha cambiado el horóscopo. Algo escuché el otro día pero no le presté atención. Lo he vuelto a recordar y he encontrado este artículo que os recomiendo que leáis. Supongo que la mayoría, al igual que yo, no creeríais demasiado en el horóscopo; a mí simplemente me gustaba ser Sagitario. Resulta que ya no lo soy, que ahora soy Ofiuco. Pero, ¿qué queréis que os diga? Parece ser que Ofiuco es el signo nº 13, que ya venían anunciando las estrellas y que Nostradamus ya predijo; se supone que es la pieza que falta y que completa las profecías, entre ellas, la del fin del mundo en 2012. Si resulta que ese tal Ofiuco es el encargado de hacer que todo esto se vaya a tomar viento dentro de poco menos de 2 años... OH, JODER, YO QUIERO SER ESE OFIUCO, BIENVENIDO SEAS Y POR QUÉ HAS TARDADO TANTO?!?!?!

Leed el artículo y comprobad si vuestro horóscopo ha cambiado. Mi hermano ya no es Capricornio; mi novia ya no es Cáncer; mi padre sigue siendo Tauro y mi madre ya no es Leo:

La historia comenzó con el astrónomo Parke Kunkle, quien dijo que los cambios en la alineación de la Tierra hicieran que se modificaran las fechas de los signos y que por lo tanto naciera uno nuevo. Luego, se confirmó la aparición del signo número 13 del Zodiaco: Ofiuco.

La explicación técnica de Kunkle se basa en que como la Tierra y el Sol se mueven lentamente, los signos cambian poco a poco. Sin embargo, mientras el signo del Zodiaco ha cambiado para todos, esto no debería afectar la lectura del horóscopo.

Las nuevas fechas que se han establecido son:

Capricornio: enero 20 hasta febrero 16
Acuario: febrero 16 a marzo 11
Piscis: marzo 11-abril 18
Aries: 18 abril-13 mayo
Tauro: mayo 13 a junio 21
Géminis: 06 21 hasta 07 20
Cáncer: 20 julio a 10 agosto
Leo: agosto 10 a septiembre 16
Virgo: 16 septiembre a 30 octubre
Libra: octubre 30 hasta noviembre 23
Escorpio: 23 noviembre-29 noviembre
Ofiuco: 29 noviembre-17 diciembre
Sagitario: 17 diciembre a enero 20

El nuevo signo incorporado, Ofiuco, es la decimotercera constelación, la cual casi todos los astrólogos olvidan de mencionar pero no se trata de una constelación cualquiera sino que la eclíptica traza sobre ella un evidente y verdadero camino del 30 de noviembre al 17 de diciembre.

Sin embargo, afirman que una visión esotérica de este “nuevo” signo, ya fue estudiada hace quinientos años por Michel de Nostradamus en un libro que controversialmente se le atribuye a él, conocido como el Libro Secreto, donde deja ver que Ofiuco, la constelación 13, es el signo secreto, el cual dictará el momento del Apocalipsis y se relaciona la alineación de Sol con Ofiuco y el Centro de la Galaxia, en el solsticio de diciembre del 2012.

Cualquiera sea la interpretación, hay dos realidades incontrastables: el signo zodiacal Ofiuco existió desde siempre y sólo ahora aparece en la escena; luego, esta aparición se realiza en un momento particularmente complejo para la humanidad, viniendo a completar la pieza que faltaba para cerrar el complejo círculo de las profecías. Pero semejante impacto en el mundo astrológico no podía evitar quien lo negara.

Hay quienes creen que todo esto no cambia nada, pero principalmente porque no hay nada que cambiar. La astrología, por más que sea una creencia y un sistema de adivinación antiquísimo, no tiene nada de realidad.

De una u otra manera, el astrónomo Parke Kunkle revolucionó el mundo con los cambios en la alineación de la Tierra que hizo que se modificaran las fechas de los signos y que por lo tanto apareció uno nuevo.

Los correos electrónicos comenzaron a llenar la bandeja de entrada de la astróloga Shelley Ackerman desde que el Star Tribune de Minneapolis informó que el mapa zodiacal tiene un desfase aproximado de un mes. Lo mismo ocurre con los más destacadas astrólogos y medios especializados de cada país.

En cualquier caso, tanto para los usuarios del horóscopo oriental, como para los del occidental (a los que esta variación no afecta), los expertos en el tema recomiendan tomar la noticia como algo ordinario, que lleva pasando muchos años y ha sido advertido antes también, a la vez que admiten sentirse extrañados ante la sorpresa de una noticia que ya predecían las estrellas.




viernes, 21 de enero de 2011

Hábitos de estudio: Quemar después de leer


No podría decirse que voy a coger un "moreno de flexo" porque, en realidad, no estudio en el escritorio "como las personas normales", que diría mi madre. Aunque tengo mis momentos.

Empiezo en la silla, con los apuntes encima de la mesa. Pero en ese primer acercamiento solo estoy hojeando y ojeando los apuntes. Suelo subir los pies a la mesa, para encontrar una postura más contorsionada, lo que me da un poco más de concentración. Mi madre suele hacer comentarios del tipo "mira a ver si pudieras poner los pies en la estantería". Humor de madres.

Del escritorio paso a la cama. Cuando estudio acostado ya se puede decir que estoy estudiando. Más concentrado. Más y más cuanto mayor es el número de folios que hay a mi alrededor, encima de la colcha y esturreados. Pero cuando de verdad se sabe que estoy con la maquinaria al 110% es cuando cojo "la pelota". La pelota es ese minibalón de fútbol que aparece en la foto, tan importante para mí como los propios apuntes en lo que se refiere a un examen. Está hecha de gomaespuma y es algo así como una pelota anti-estrés; para mí es la pelota pro-concentración. Cuando estoy encima de la cama y empiezo a tirarla contra el techo como si fuera un convicto es cuando mi cerebro está empezando a almacenar y clasificar la información a un nivel óptimo. Y en ese momento empiezo a moverme. Me levanto y ando por mi habitación, que no es muy grande, mientras tiro una y otra vez la pelota contra el techo, la pared, el armario... Me molesta cuando da contra la moldura del techo y no rebota hacia donde quiero porque eso me hace perder tiempo mientras la busco por debajo de la cama; pero no me desconcentra. Por último, para repasar y rememorizar todo, vuelvo a la silla, al escritorio ha recordar todo escribiendo esquemas en esos folios de asignaturas anteriores o de impresiones fallidas, a una cara, inservibles y que todos tenemos. Mi hermano y yo los llamamos "folios pa guarrear". Son para hacer cuentas, para dejarle a mi madre cuando necesita apuntar un teléfono o la lista de la compra para mi padre, para hacer esquemas y cuadros comparativos una y otra vez. Lo bueno es que al final acaban en el cubo para reciclaje... es demasiado papel para malgastar.

Pero no había empezado a escribir para contaros todo esto. Sino para deciros que siempre me pasa lo mismo. Siempre. Asignaturas feas. Deberían ser las primeras a por las que hay que tirarse a muerte, pero nos las dejamos para las últimas. Ayer, Jueves 20 de Enero de 2011, tuve el examen de la asignatura Evolución de los Estilos Musicales. Un tostón anual de 2º curso de Magisterio Musical, y por cierto una de las 2 que, hasta ayer, me quedaban para terminar la carrera (ahora solo me queda la del Jueves que viene y se podrá decir que soy Maestro de Música e Inglés, doble diplomatura). Una de las pocas asignaturas con algo de dificultad de la carrera; (vengo de una ingeniería y a cualquiera que me diga que un magisterio es difícil puedo decirle unas cuantas asignaturas verdaderamente difíciles). Véase el ejemplo de mi matrícula de honor en Matemáticas y su Didáctica, una asignatura para la que muchísima gente pide la compensatoria, y eso que yo solo tenía un 5 raspado en Fundamentos Matemáticos de la Ingeniería, y estoy más orgulloso de mi 5 en Fundamentos matemáticos que de esa matrícula, la verdad. Pero, como decía, siempre me pasa igual. El miércoles, la noche antes del examen, resultó que nos dije a mi madre y a mí mismo, que quemaría esa cantidad de bloques y temas, que quemaría todos esos apuntes en cuanto supiera que he aprobado, ya fuera ahora o en Junio; llevo estudiando desde octubre. Resulta que tengo un 8 (solo nos presentamos 4 y los ha corregido pronto). Ahora miro esos apuntes y me da pena quemarlos. Empecé la asignatura en Septiembre de 2009 y no tuve narices a presentarme a los parciales. En Junio de 2010, el día después de que España ganara la semifinal del Mundial, conseguí ir al examen; lo vi y me reí. Lo entregué, me eché mi bandera de 2 metros a la espalda a modo de capa y salí del aula entre risas y algún que otro "VAMOS!" con el puño apretado. En Septiembre opté por ni ir, con la asignatura totalmente atragantada. He pasado tantas horas con esos apuntes, en la mesa, en la silla, en la cama... Tantas vueltas, tantos esquemas, tanta tinta y saliva gastada solo para aprenderme toda esa información...

Espero hacer una entrada próximamente en la que salgan ardiendo, solo para darme esa satisfacción, solo porque nunca antes lo he hecho a pesar de haberlo dicho tantas veces... Pero me va a dar pena. Mucha pena.