viernes, 18 de mayo de 2012

En busca de la felicidad...





Me levanto temprano y me visto, pantalón de pinzas gris, camisa blanca y corbata. Tengo que ir a la biblioteca pública a imprimir unos documentos ya que no tengo impresora; en concreto, una solicitud de trabajo tipo para los empleos en educación en Inglaterra, un certificado de antecedentes penales firmado y mi curriculum. De ahí tengo que ir a un colegio del que sé, según google, que está a 57 minutos andando desde la biblioteca. Pero me veo con fuerzas. Llego a la biblioteca más tarde de lo que me gustaría, las 9:45, pero está cerrada, no abren hasta las diez. Hago cuentas: tengo el ordenador solamente durante 20 minutos, más la cola, así que voy a tener los documentos impresos a las 10:30, una hora para ir, y una para volver, más lo que tenga que esperar al profesor con el que quiero reunirme, más lo que tardemos en hablar. Si a las 12:30 hay que hacer la comida para estar en el curro a eso de las 14:15, ya voy justo. Termino de imprimir mis documentos y salgo de la biblioteca. Enciendo el "navigator" del móvil y me dispongo a tomar la ruta. "Voy a coger un taxi", la ocasión se lo merece y el tiempo apremia, cuanto antes llegue, antes voy a saber algunas cosas. Además, hoy se cumple un año de que aterricé en Birmingham por primera vez, así que si hay algún día para lucirse, es hoy. El taxista es un indio simpático, dicharachero, que me pregunta por mi país y me habla de fútbol nada más mencionar España. Sabe donde vamos desde que le he dicho que es un colegio. "Ahhhh, buscas empleo, verdad?" La ropa me delata. Hablamos de la situación laboral de España. Llegamos al destino y el taxímetro ha contado 7.20. "Dame solo 7, y que tengas suerte". Así que le doy 7.40, contando las monedas que me quedan, por la conversación y los buenos deseos. Allá vamos. Todo está en obras y cuando intento entrar por una puerta por donde salen 2 albañiles me dicen que no es por ahí, y me mandan más abajo. Después de algunas vueltas llego a la recepción de la George Dixon Secondary School. "Hola, buenos días, venía a ver a X, profesor de música". "Es una visita personal? Tome asiento, enseguida le aviso". "Gracias". Me sudan las manos y me pongo nervioso. "El señor X no está, hoy no trabaja". "Oh, pues entonces... De acuerdo, he visto en la página web que tienen ahora mismo 2 vacantes, me gustaría dejar la solicitud". "Muy bien, para el departamento de Música, verdad?" En realidad, no. "Esto... sí". Me toma los datos y me voy. Compruebo el enlace de internet y claramente pone 2 vacantes para Maestros de Primaria. "Perdone que le moleste otra vez pero, estoy buscando la George Dixon Junior and Infant School, estoy en el lugar equivocado, verdad?" Ella sonríe y asiente. Así que me indica dónde está y llego a mi destino. Allí me dicen que tengo que llamar a la agencia y dejarles todo a ellos, en lugar del colegio. "Ah, bien, muchas gracias". Y me voy. Al menos he avanzado algo, me he encontrado con una vacante para maestro de música con la que no contaba y ahora ya conozco dónde están los colegios y me han gustado. Me voy hacia una parada de autobús y compruebo. Bien, hay uno a Birmingham centro en diez minutos. En los autobuses sólo se paga en monedas y sólo el importe exacto. Y en mi cabeza resuena el Big Ben en forma de palabra: PROPINA. Compruebo mi cambio, una libra y ochenta peniques. Ufff, justo. Llevo un billete de 10 y uno de 5 pero eso no me serviría, y no quiero pagar otro taxi. Se acerca una señora con un carricoche y le doy los buenos días. "Disculpe, cuánto es el billete sencillo del autobús?". "1.90", y sonrío de oreja a oreja, me miro la mano y me río con ganas. "Ha subido desde hace unos meses", y ella también sonríe. Me faltan 10 peniques y el conductor no me va a dejar viajar, lo he visto un millón de veces. "No aceptan billetes, por supuesto" y se los enseño a la señora, que se ríe. "Quiere oír una historia graciosa?" Y dice "Por qué no?" "Es la primera vez que estoy en este barrio, he venido a la escuela primaria George Dixon" "Ah, sí, donde llevo a mi hija" dice ella, "pues ahí, y he venido en taxi, y le he dado 40 peniques de propina al taxista, y resulta que ahora me faltan 10, jajaja, ¿sabe? he estado un millón de veces en una parada de autobús y he visto a toda esa gente que te pide algo de cambio porque 'me faltan 10 peniques para el autobús' y ninguna de esas veces los he creído, ¿no es gracioso?" La señora se ríe y me dice que no lleva nada, que lo siente. "Por supuesto, ya me lo imagino, pero no se preocupe, no se los estaba pidiendo. Gracias de todos modos" Así que me despido de ella y me voy calle abajo, con la chaqueta en la mano, la corbata un poco suelta y un currículum en la mochila, sin entregar. Media hora caminando bajo el Sol hasta encontrar alguna tienda donde comprar algo para cambiar el billete y coger el siguiente autobús. No he dejado de sonreír en todo el camino y hasta de reírme, mientras que algún transeúnte me ha mirado como pensando "está loco" o "algo muy bueno le ha tenido que pasar". Así que he comprado bombones, para celebrar que hace un año llegué a esta ciudad que me está dando historias para llenar una vida. Y aquí sigo, con la misma ilusión del primer día, en busca de la felicidad.