miércoles, 27 de febrero de 2013

Hace frío en la terraza y por un momento creo que mis dedos son más parte del cuello de la botella de cerveza que de mí. Mark está dentro, con las chicas, ofreciéndoles más cerveza y vodka, les oigo reír desde aquí. Somos cuatro y aún no se han dado cuenta de que no estoy.

Y entonces lo siento. No sé qué hago allí. Es esa sensación de ser una mancha de carmín en el cuello de una camisa blanca, restos de comida en una sonrisa perfecta, una aberración del curso lógico y natural de los acontecimientos. Algo que no debería estar allí. Algo totalmente fuera de lugar.

Desde la terraza de Mark se ve un descampado que dentro de unos años será un edificio. De momento solo está la valla publicitaria que anuncia los pisos piloto. Así que tiro la botella de cristal y revienta contra la valla. Ahora los pisos piloto lloran lágrimas espumosas. Un perro ladra en mitad de la noche.

Intento recapitular, hacia atrás, hasta encontrar en qué momento tomé aquella dirección, aquella decisión. No lo encuentro. No sé cómo he llegado allí. Y entonces pienso que si no sé cómo he llegado allí probablemente sea un sueño, aunque eso lo vi en una película así que, imagino, será mentira. Miro al cielo y sigo sin entender. Levanto un dedo y tecleo en las estrellas "No sé qué coño hago aquí". Debería coger el coche y salir de allí. Probablemente podría recorrer cientos de kilómetros hasta que alguien se diera cuenta de que no estoy, de que ya no existo. Pero no lo hago.

- Eh, ¿qué haces?

Sonrío y debe de ser la sonrisa peor lograda de la historia. - Nada, pensar.

- Pensar no es "nada". ¿Y tu cerveza?

- Se ha volatilizado.

- ¿Por qué no pasas y bebemos algo? Hace frío aquí, además no estás bebiendo - sonríe.

Así que me quedo, y me pierdo aún más en alguien que no soy yo.

domingo, 3 de febrero de 2013

LA ANTIGUA SABIDURÍA EN LA ERA TECNOLÓGICA

Artículo de prensa en el número de hoy de un periódico y que no he conseguido encontrar por la red, así que he considerado oportuno copiarlo para compartirlo con todo aquel al que le pueda interesar. Siento no poder ofreceros el nombre del autor ya que no viene en el artículo.

La antigua sabiduría en la era tecnológica.

Los alumnos ya no cargan libros en sus mochilas porque las "tablets" de sus pupitres tienen todo lo necesario, aprenden chino desde los seis años de forma obligatoria y asignaturas como Aikido o Robótica forman parte del programa educativo. El colegio MIT de Málaga busca una formación integral, con una sólida base de valores y un elevado peso específico de las Nuevas Tecnologías. Todo ello en un entorno internacional con una fuerte formación en idiomas.

El colegio MIT de Málaga (Málaga Institute of Technologyes) es un centro atípico por lo avanzado de su propuesta formativa. De carácter laico y privado, es fruto de los años de experiencia en la dirección de otros centros, Javier Díaz, director del colegio, arranca en 2010 con un proyecto que concreta aquellas carencias o necesidades que durante años percibió en las propuestas educativas existentes. Así, el MIT es el único colegio de España que imparte el idioma chino de forma obligatoria desde los seis años, el inglés desde los tres o el alemán desde los nueve. Pero la clara apuesta por el plurilingüismo no es más que el principio. La informática tiene un peso específico muy importante en las diversas áreas de conocimiento: ordenadores de última generación, pizarras inteligentes, internet sin cables, bolígrafos inteligentes, tablets... y un profesorado formado para aprovechar las ventajas de estas tecnologías. La irrupción en el terreno tecnológico llega hasta el punto de introducir asignaturas, obligatorias desde los 5 años, como la Robótica, que ayuda a la comprensión y resolución de problemas.

Esta visión futurista de la educación es complementada con una sólida educación en valores. El objetivo es interiorizar que los derechos de una persona terminan donde empiezan los de los demás. Esfuerzo, disciplina, respeto a los profesores, tolerancia... son los pilares básicos de este proyecto, aderezado con la búsqueda del equilibrio emocional de los alumnos. La Hípica está incluída en el currículo de Infantil, para fomentar este equilibrio desde edades tempranas, y forma parte del programa extraescolar, al mediodía o por la tarde, en los demás cursos. Otras asignaturas que fomentan el equilibrio emocional son el Yoga o un arte marcial como el Aikido, que en este caso es de carácter obligatorio y que está basado en la resolución de conflictos sin el uso de la violencia. El Taichi, o el Kendo, junto con las citadas disciplinas elevan el nivel espiritual de los alumnos y fomentan el respeto por la figura del profesor, como persona que dedica su vida al desarrollo integral de sus alumnos. 

La atención individualizada es otro aspecto fundamental del proyecto educativo del MIT. Parten de un máximo de 20 alumnos por aula para facilitar este tipo de atención. Han puesto en marcha proyectos de evaluación y apoyo al talento de los alumnos, independientemente de su diagnóstico de sobredotación intelectual. Un proyecto innovador, por plantearlo de una forma decidida y por utilizar las nuevas y últimas tecnologías aplicadas al aula. En esta misma línea se mueven la Fundación Promete y el Método Sapientec que se ofertan en el mismo colegio. 

La atención que recibe el apartado alimenticio de los alumnos es otro aspecto sobre el que se ha puesto el acento. El menú, para aquellos alumnos que utilizan el comedor, está basado en la dieta mediterránea. Es revisado mensualmente por una médico especialista en nutrición. Dicho menú debe ser consumido, al menos, en un 75% para la correcta alimentación de los alumnos, lo que repercute beneficiosamente en su salud. De la misma forma, el centro atiende con especial atención a las dietas especiales necesarias por motivos médicos o religiosos.

Más información: www.mitschool.com