Lo primero de todo, decir
que no estoy en contra de los ritos religiosos per se, ni de la gente que los
practica, pero no puedo decir lo mismo de la hipocresía. Esta entrada va
dedicada exclusivamente a un tipo concreto de persona.
Estamos a lunes, 05 de mayo
de 2014, y los pasados fines de semana he observado el “postureo comunionero”,
como cada año. Desde hace años tengo claro que no quiero bautizar a mis hijos,
cuando los tenga, si los tengo (que espero que sí), pero este año he hecho una
reflexión un poco más profunda al respecto, después de presenciar los típicos
desfiles de niñas con sus trajes, que más que de comunión parecen de boda y que
cuestan una pasta, y a esos padres tan contentos y orgullosos.
El otro día, después de ver
una de esas comitivas, me pregunté a mí mismo por qué. Por qué sí a la
comunión; o por qué no. Y que conste, que la respuesta que obtuve se puede, y
se debe, aplicar antes al propio bautizo, pero es que lo de las comuniones me
parece mucho más aberrante. Sí, tanto.
En caso de que hayas
cursado una carrera universitaria, y más aún si es algo que llevabas la mitad o
más de tu vida queriendo hacer, ¿te puedo preguntar qué haces cuando la
terminas? Puede que lo celebres con tu familia o puede que no. Puede que ese
momento en tu vida sea tan importante como para hacer partícipe de ello a tus
seres queridos o puede que sea demasiado habitual o que no lo consideres tan
importante. ¿Te puedo preguntar qué haces cuando consigues ese trabajo por el que
tanto has luchado? Supongo que en tus cumpleaños lo mismo, ¿no? Tus padres te
llaman, comes con tu familia, tomas unas copas o una buena merendola con tus
amigos…
Entonces, yo me pregunto:
¿cómo tiene que estar uno de involucrado con la religión para celebrar
semejante fiesta? No sé si me explico, ¿hasta qué punto una familia ha de ser
creyente y practicante de la religión católica para convertir el hecho de que
un hijo o hija haga su Primera Comunión en un acontecimiento tan sumamente
importante en la vida familiar como para invitar a tantas personas y brindar
por un paso tan importante en su vida?
Pero claro, una vez que me
hago esas preguntas, me tengo que hacer otras. De todas las familias que celebran
la primera comunión de sus hijos, ¿cuántas veces han ido esos padres a misa con
sus hijos antes de la catequesis? ¿Cuántas veces se han sentado esos
padres a hablar a sus hijos sobre Jesús, la Virgen María, o las doctrinas del
Cristianismo? ¿En qué medida forman esos padres parte de la comunidad religiosa
o están involucrados con su parroquia? ¿Con cuánta frecuencia rezan? De todos
ellos, ¿cuántos son unos verdaderos hipócritas?
A todos aquellos padres que
no siguen una vida religiosa en lo más mínimo, a todos aquellos a los que ni siquiera
les gustan los curas ni las iglesias, ¿por qué lo hacéis? No es una pregunta
retórica, preguntaos a vosotros mismos ¿por qué celebro la primera comunión de
mi hijo? ¿Es este momento en la vida de mi hijo algo que me hace tan feliz? ¿Qué
estoy celebrando? Muchos ni siquiera seréis capaces de responder. A eso me
refiero.
Yo, personalmente, no soy una persona "creyente", si eso significa creer lo que dice la Biblia, mientras que lo que sí soy es una persona con fe y un concepto muy personal de Dios, que nada tiene que ver con un señor con barba blanca y sandalias que anda preocupado por cómo vives tu vida. Yo, que soy un poco más de pensar por qué hago lo que hago, tengo claro que no voy a caer en el postureo hipócrita de hacer lo que hace el resto solo porque sí. La religión es un tema demasiado complicado como para andar por ahí dando la nota sin saber ni entender nada al respecto. Algún día quiero sentarme con mi hijo y explicarle qué es la religión, explicarle cuántas existen, intentar saber qué dice cada una de ellas para explicarle por qué, si he de quedarme con alguna, yo prefiero la Budista, y explicarle que, al igual que con la carrera o el oficio que elija y las asignaturas que más le gusten, primero tendrá que leer sobre la mayoría de religiones antes de establecerse en una, y explicarle que tiene la opción de no basar su vida en ninguna de ellas, si así lo decide. Me gustaría explicarle que la religión no tiene mucho, o nada, que ver con la fe, y que ser espiritual y sentir que no eres sólo un cuerpo y una mente no tiene nada que ver con el sexo, el matrimonio ni las personas homosexuales. Explicarle que el miedo solo sirve para dominar a alguien, o a muchos, y que no existe más cielo ni infierno que el estado de su conciencia en el momento de su muerte, y que por eso debe vivir su vida en función de unos valores.
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