martes, 25 de enero de 2011

Carta Nº9


No debí soltarte. Lo sé. Debí seguir conduciendo tan lejos como pudiéramos llegar con el dinero que llevábamos encima y, en ese punto, bajar del coche y seguir corriendo, aún de la mano. Pero no lo hice, una vez más. Porque aquello era lo que tú querías, pero lo que yo necesitaba. La diferencia es que hubiera sido la peor decisión de tu vida y, muy probablemente, la que hubiera salvado la mía.

Javier

Hoy no tengo ganas de cambiar el mundo. Y es que he soñado tantas cosas, y con tantas personas, que sería demasiado ingenuo pensar que esforzarse y cambiar las cosas, tratar de hacer un mundo mejor o siquiera levantarse, merece la pena.

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