martes, 1 de marzo de 2011

Qué hago aquí


http://www.youtube.com/watch?v=df-eLzao63I

La copa en la mano empezó a pesarme. Miré a mi alrededor. Llevaba un rato solo. Cynthia caminaba entre los presentes y se besaba aquí y allá. "Feliz cumpleaños", decían. "Qué estoy haciendo aquí", me dije. Miré a un lado y vi mi reflejo en una vitrina de manera que mi cara se partía entre dos hojas de cristal, creando el rostro de alguien irreconocible, alguien que no era yo. Aquella gente apestaba, y a mí me costaba respirar su hedor. Notaba como si enfermara más a cada segundo que pasaba en aquel lugar. Cómo podía haber estado tan ciego. La miré, una niña tonta que nada tenía de todo cuanto había querido ver en ella. De repente, una voz me sobresaltó:

- ¿Qué haces aquí, chaval?

- Eso quisiera saber yo, señor -apuré el champán que quedaba en la copa y le pregunté al camarero que pasaba por allí si me podía traer una cerveza.

- Entiendo. Llevo un rato observándote y... este no es tu sitio, ¿verdad?

Podría habérmelo tomado como una declaración de arrogancia por parte de otro snob menospreciándome, pero lo cierto es que sonaba a todo lo contrario. Aquel hombre sonaba sincero. Y tuve curiosidad.

- ¿A qué se refiere, señor?

- Un chico de barrio. Una niña mona. ¿No sientes asco por todo esto?

- Bueno... - aquello me había pillado completamente a contrapié. No supe qué decir.

- Yo de ti me iría. Me iría antes de que fuera demasiado tarde -y entendí que aquel hombre no hablaba de mí, sino de él mismo. - Caes en la trampa de su flatulenta arrogancia, acabas hablando como ellos - alzó la copa y sonrió falsamente a alguna mujer, quizá la suya, mientras yo lo miraba atónito, viendo en él a un yo posterior -dando el mismo asco que ellos. Niñas ricas, maleducadas. Déjame adivinar, el traje ni siquiera es tuyo.

- Pues... lo cierto es que no, señor. Yo no tenía ninguno tan...

- Caro - apuntó él -, ¿me equivoco?

- En absoluto.

- Es lo único que importa, el dinero. Vete de aquí, chico - parecía cansado -. Disfruta tu vida sin tener que llevar una máscara durante el resto de tus malditos días. Hazlo por mí, por lo que yo no tuve el valor de hacer.

Cogí la cerveza que pasaba por allí y, justo antes de empezar a caminar, me dirigí a él.

- ¿Quién es usted?

- Alguien que era igual que tú, aún recuerdo ese brillo en mis ojos. Alguien que intenta ayudarte.

Bajé las escaleras y salí por la puerta. Sabía que quizá pasarían horas antes de que Cynthia se hubiera dado cuenta de que no estaba y acerté a girarme para verla una última vez. Estaba junto al hombre con el que yo había estado hacía un momento y le gritaba "gracias papá". El hombre la abrazó y, mirándome por encima del hombro de su hija, me guiñó el ojo, salvándome la vida. Se me escapó media sonrisa, me atusé el pelo y salí de aquel lugar podrido.

Nunca el aire me supo tan bien en los pulmones.

5 comentarios:

  1. Que guay!! El final sobre todo, y como plasmas las apariencias! hay que salvarse de esa vida si... un baile de máscaras bajo las cuales luego solo hay polvo y humo... está muy bien escrito, con unos dialogos muy bien hilvanados! Se nota que tu tienes bastante experiencia en estas cosas... ;)
    http://www.youtube.com/watch?v=OU8w9usXi3U
    a lo mejor te gusta ;D
    un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Sigur Ros, bromeas? es justo el sonido que necesito esta noche, Marco. Gracias por ayudarme a encontrarlo.

    ResponderEliminar
  3. Siempre sorprendes en tus finales. Buen escrito:)

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por leer y por comentar. De verdad. Gracias.

    ResponderEliminar
  5. Me gusta mucho. Está genial.Además es totalmente cierto....

    ResponderEliminar