lunes, 28 de marzo de 2011

Uno... dos...

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Volar

Es una sensación extraña, volar. Como un cosquilleo en la barriga. Parecido a cuando eructas sin abrir la boca después de un gran trago de una de esas bebidas con gas y la nariz se te llena de erizos de mar. Igual, pero en la barriga.

Abro la ventana. Uno... agarro con fuerza los marcos con las manos. Dos... mi cuerpo se balancea hacia delante y hacia atrás. Tres... un par de pasos rápidos, un impulso de las manos. Siempre los ojos cerrados. Pero al abrirlos, ahí estoy, el viento en la cara, los brazos abiertos en cruz. Al principio me daba miedo y pegaba los brazos al cuerpo, pero ahora disfruto del viento. Ahora muevo las manos como las alas de un colibrí atrapado en un tiempo en el que los segundos duran años, para sentir las nubes rozar la punta de los dedos.

Me gusta volar en esas noches en que la luna es una suerte de arañazo en la cortina de brillantes del cielo. Esas noches en que parece que, allá a lo lejos, alguien haya olvidado cerrar la puerta que da al mundo de los sueños y parezca fácil llegar hasta allí y cruzar. Pero nunca llego, está demasiado lejos, así que le mando un beso con la mano y pienso que la próxima vez tendré más suerte. Cuando hay luna llena me gusta acercarme y acariciarla con las pestañas, le hago cosquillas y nos reímos un rato.

A veces me siento en el tejado más alto que encuentre a comerme las nubes que se me quedan entre los dedos, están tan ricas... Saben como a Sol y a sueños. Es raro, también, cómo saben las nubes.

3 comentarios:

  1. Muy bonito cariño. Felicidades.

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  2. PRECIOSO escrito...Bonita sensación de volar y poder sentir con la punta de los dedos las nubes...

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  3. Me ha encantado.Es precioso cómo has descrito la sensación de volar.

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