jueves, 30 de enero de 2014

Los 5 remordimientos de los que van a morir. Por Bonnie Ware.


Hace tiempo que leí este artículo de Bonnie Ware, una enfermera que dedicó muchos años a trabajar en cuidados paliativos, es decir, con pacientes que van a morir. Y me impactó. Ayer volví a releerlo y traté de buscarlo en español para un par de personas, pero no encontré ninguna traducción que me terminara de gustar entre los primeros resultados de google y como sé que a la mayoría de nosotros nos gusta que nos lo pongan fácil, he decidido traducirlo yo y publicarlo aquí. Espero que os guste.


Basado en este artículo, Bonnie ha publicado un libro completo titulado "Los 5 remordimientos de los Moribundos - Una vida transformada por los seres queridos que fallecen". Es una memoria de su propia vida y de cómo ésta se transformó a través de los remordimientos de los moribundos a los que ella cuidó. 

Los Remordimientos de los Moribundos 

Durante muchos años trabajé en cuidados paliativos. Mis pacientes eran aquellos que se habían ido a casa para morir. Compartimos algunos momentos increíblemente especiales. Yo estaba con ellos durante las últimas tres a doce semanas de sus vidas. 

La gente madura mucho cuando se enfrenta a su propia mortalidad. Yo aprendí a no subestimar nunca la capacidad de alguien para madurar. Algunos de esos cambios fueron fenomenales. Cada uno experimentaba distintas emociones, como cabía esperar, negación, miedo, ira, arrepentimiento, más negación y en algunos casos aceptación. Sin embargo, cada uno de los pacientes encontró su paz antes de partir, todos y cada uno de ellos. 

Cuando se les preguntaba sobre cualquier remordimiento que tuvieran o cualquier cosa que habrían hecho de manera diferente, exteriorizaban temas comunes una y otra vez. Aquí están los cinco más comunes: 

1. Ojalá hubiera tenido el valor de vivir una vida fiel a mí mismo, y no la vida que otros esperaban de mí. 

Este era el remordimiento más común de todos. Cuando la gente se da cuenta de que su vida casi ha terminado y mira atrás con claridad, es fácil ver cuántos sueños se han quedado sin cumplir. La mayoría de la gente no había realizado ni la mitad de sus sueños y tenían que morir sabiendo que había sido debido a decisiones que ellos mismos habían tomado, o que no habían tomado. 

Es muy importante intentar realizar, al menos, algunos de tus sueños a lo largo del camino. Desde el momento en el que pierdes tu salud, ya es demasiado tarde. La salud conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta, hasta que ya no la tienen. 

2. Ojalá no hubiera trabajado tanto. 

Este vino de cada hombre al que cuidé. Se perdieron la niñez de sus hijos y la compañía de sus parejas. Las mujeres también comentaban este remordimiento. Pero como la mayoría eran de una generación anterior, muchas de las mujeres no habían sido trabajadoras. Todos los hombres a los que cuidé se arrepentían profundamente de haber pasado tanto tiempo de sus vidas en la rutina de una existencia laboral. 

Simplificando nuestro estilo de vida y tomando decisiones conscientes a lo largo del camino, es posible no necesitar los ingresos que crees que necesitas. Y creando más espacio en nuestras vidas, te vuelves más feliz y más abierto a nuevas oportunidades, aquellas más adecuadas a tu nuevo estilo de vida. 

3. Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos. 

Mucha gente reprimió sus sentimientos para quedar bien con los demás. Como resultado, se instalaron en una existencia mediocre y nunca llegaron a ser quienes eran verdaderamente capaces de ser. Por culpa de ello, muchos desarrollaron enfermedades relacionadas con el rencor y el resentimiento con el que habían cargado. 

No podemos controlar las reacciones de los demás. Sin embargo, aunque la gente pueda inicialmente reaccionar cuando cambias cómo eres por hablar con sinceridad, al final eso eleva la relación a un nivel completamente nuevo y más sano. Eso o te libera de una relación insana en tu vida. De cualquier forma, tú ganas. 

4. Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos. 

A menudo no se daban verdadera cuenta de los tremendos beneficios de los viejos amigos hasta sus últimas semanas de vida y no siempre era posible volver a encontrarles la pista. Muchos habían llegado a estar tan atrapados en sus propias vidas que habían dejado que verdaderas amistades se escaparan a través de los años. Sentían un profundo arrepentimiento por no haberles dado a sus amistades el tiempo y el esfuerzo que se merecían. Todos echamos de menos a nuestros amigos cuando nos estamos muriendo. 

Es común para cualquiera en una vida ajetreada dejar escapar las amistades. Pero cuando te enfrentas con la muerte de cerca, los detalles físicos de la vida dejan de tener importancia. La gente quiere dejar sus asuntos financieros en orden si pueden. Pero no es el dinero o el estatus lo verdaderamente importante para ellos. Quieren dejar sus cosas en orden más por el bien de aquellos que aman. Sin embargo normalmente, están demasiado enfermos y agotados para siquiera llevar a cabo esta tarea. Al final, todo se reduce al amor y las relaciones. Eso es todo lo que queda en las últimas semanas, amor y relaciones. 

5. Ojalá me hubiera permitido a mí mismo ser más feliz. 

Este es, sorprendentemente, uno de los más comunes. Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Se habían quedado estancados en patrones y hábitos anticuados. El tan conocido "confort" de lo que les era familiar inundó sus emociones, así como sus vidas físicas. El miedo al cambio les hacía fingir hacia los demás, y hacia ellos mismos, que estaban satisfechos. Cuando en lo más profundo, anhelaban volver reírse a carcajadas y volver a llenar su vida de tonterías. 

Cuando estás en tu lecho de muerte, lo que otros piensan de ti está muy lejos de tu mente. Qué maravilloso es ser capaz de dejar ir y sonreír de nuevo, mucho antes de que te estés muriendo. 

La vida es una elección. Es TU vida. Elige conscientemente, elige sabiamente, elige honestamente. Elige la felicidad. 

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PD: La foto es Cala Cortina, en Cartagena, muy cerca de mi casa de allí. Porque en esa playa empezó a amanecer en mi vida, y yo empecé a no querer arrepentirme de nada.

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